NOTA AUTOBIOGRAFICA DE CARLOS VALQUI GUARNIZ

Breve introducción: esta sabrosa, divertida y desternillante nota de Carlos Valqui hace que haya valido la pena crear este blog. Ojala todos aquellos que envian pps muy interesantes, nos manden también notas como ésta, que rescatan recuerdos que ya habíamos olvidado. Por favor escriban, sigan el ejemplo del pendejo de Carlitos. C.O.

Esa mañana del 6 de abril de 1964 había sido inolvidable. Cucho se había impresionado de tener como compañeros a los que se convertirían en sus maestros: Portal y Cano. Algo de lo que aprendió y lo tomo muy en cuenta
fue aquello de que "Para aprender, hay que saber escuchar.” Portal fue su amauta, y era un honor para él compartir con Guillermo Cano el “rey de la aerofagia”. Incluso con el paso de los días, el mismo Cucho abría la ventana para que Guillermo Cano en el momento que creyera conveniente la cerrara con violencia; él se sentía feliz al recibir el impacto de la ventana, ya el colegio no era su Golgota, se había convertido en el soñado paraíso. Había aprendido de Jorge Portal aquella memorable frase:" Cara Feliz, poto contento. "
Ya bien avanzado el año, pensó en organizar un concurso distrital de eruptos teniendo como jurado a sus maestros; éstos no se entusiasmaron mucho con la idea.
Pero a mi me había impresionado sobremanera el grupo de brigadieres, lo llamativo de ellos es que paraban juntos, llegaban juntos, se retiraban juntos, al baño por supuesto que iban juntos. Eran incomprendidos por los demás, ¿cómo comprender al loco Barturén? Fue memorable el descubrir sus limitados conocimientos de matemáticas. Fue su “colega cerebral”, el profesor de matemáticas, al que por algo llamaban “Loco Ampuero, quien descubrió que algo no iba bien con Barturén. A éste le hizo algunas preguntas elementales de aritmética y no encontró respuesta positiva. Carlos Barturén estaba convencido de que ser brigadier lo eximía de responsabilidades con los diferentes cursos que existían en el primer año de secundaria. No se pudo matricular en el segundo año por que no aprobó ninguno de los cursos del primero, es más, empezaron a dudar de que hubiera culminado con éxito su primaria.
El veía que sus aspiraciones de ser militar, al menos en este colegio no las podría conseguir; incluso se convertiría en un obstáculo en la tareade conseguir la ansiada meta.
Carlos Zuñiga Montes también tenía serias aspiraciones de ser militar; él es cusqueño de nacimiento y quería también especializarse en idiomas, era uña y mugre con Ángel Arenas, al que cariñosamente llamaba “Lelo”. Ellos planeaban juntos el futuro, pero es rescatable el espíritu emprendedor de “I am “, el en la actualidad es un prospero empresario avícola en la Amazonía. Él se proyectó para ser uno de los más destacados defensores de la ecología y el medio ambiente y de no ser un visionario, hoy en día nuestra Amazonía con el crecimiento demográfico, habría originado la depredación de nuestra fauna. Hoy en el día pioneros como Carlos deben de sentirse satisfechos de que su esfuerzos se vieron coronados por el éxito. No guarda buenos recuerdos del cole, él se sentía marginado, incluso jamás me perdonoaquella invitación al Chifa Central de la avenida Venezuela; la casualidad en unas vacaciones me reunió con Teofilo; entre los dos teníamos tres soles y caminábamos por la avenida Venezuela haciendo hora para regresar cada uno a sus respectivos hogares, cuando de repente vimos a lo lejos dos figuras conocidas. A la distancia los confundimos con Manolo y Mario; es más le asegure a Teófilo que eran ellos, pero cuando los vimos cerca comprobamos que eran Zuñiga y Arenas. Conversamos largo rato y Teofilo dijo somos chifa; me percaté que Ángel revisó su bolsillo y le pregunto a Carlos a cuánto llegaba su fortuna personal en ese momento. Carlos meditó y escuché que no llegaban a los 4 soles de aquellos tiempos. Al llegar al chifa en mención Teófilo era exageradamente amable, y pidió la lista ; en aquellos tiempos no existía el menú salvador de estos días, todos los platos eran a la carta ví con preocupación que ningún plato ofrecido tenia un costo menor a nuestra realidad, no podía cenar con tranquilidad. Pidieron gaseosas y al llegar el momento de la clásica fuente de tallarín saltado, me pare con el pretexto de pedir más gaseosa y de dirigirme al baño, solicite en el mostrador y raudamente me dirigí a la salida del chifa; cuando llegue a la calle me dio el alcance Teofilo. Este con una risa incontrolable me decía que el baño esta adentro, yo le decía que prefería hacerlo al aire libre. En ese momento pasó el bus que iba con dirección al Callao. Teófilo vivía en jardines Virú; paro el bus y desapareció en medio del bullicio de la noche alegre de Breña; yo me perdí entre el barullo de la avenida sumamente concurrida a toda hora del día. Nos molesto que al regreso de las vacaciones, y al cruzarnos en el camino con nuestros compañeros, tenían un semblante molesto, no nos hablaban pero Teófilo me decía que lo que mas le molestaba era que no nos miraban; yo por mi parte siempre me pregunté si habrían terminado la fuente de tallarines, y sobre todo como hicieron para salir: en ese chifa abundaba el personal.